lunes, 9 de abril de 2012

I will never let you go.


¿Aprenderé algún día a vivir sin ti? ¿A poder levantarme de la cama sabiendo que jamás volveré a ver tu sonrisa, ni sentiré tu mirada clavada en mi espalda cuando no miro, ni tampoco oiré nunca más ese perfecto sonido que emite tu risa? A día de hoy, todo lo que hago lo hago por ti. Si me peino con la raya en el lado derecho es porque creo que te gustará más que para el izquierdo. Si me pongo las botas en vez de las zapatillas es por miedo a tu rechazo. Si digo lo que digo es por temor a lo que puedas pensar de mí. Si a veces miento sobre lo que hago o dejo de hacer es para que no te formes una idea equivocada de mi persona. Si te consiento que me digas o hagas lo que quieras es por el mero hecho de que quiero que me pidas algo más que eso. Si en algún momento me quedo absorta mirándote sin motivo aparente, créeme, tengo la más bella de las razones jugando de mi lado. Si te ignoro de repente, no me tomes en serio, sólo ha sido por ese instante en que te has ido de mi lado para hablar con otra y demostrarle tu afecto, de la misma manera en que lo estabas haciendo conmigo. Sólo son mis celos. Mis celos... ¿De qué? No estamos juntos, más quisiera yo. Aunque de nada sirve lamentarme ni llorar por imposibles. Y volviendo a la pregunta por la cual empezó todo, creo que la respuesta es clara. No, estoy segura de que jamás podré vivir sin ti, ni quiero hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario