Creo que estoy harta. Harta de casi todo lo que me rodea, pero más harta de ti. Te llevo queriendo tanto tiempo y tú llevas haciéndome ilusiones y después rompiéndolas más todavía, por eso estoy empezando a odiarte. Te odio por no ser perfecto, por ser perfectamente imperfecto. Te odio porque pienses que pierdes el tiempo o que te gustaría estar en algún otro lugar cuando hablas o estás conmigo. Te odio porque los momentos más felices de mi vida no hayan significado nada para ti, a lo mejor ni te acuerdes de ellos. Quizá debería dejarlo, tirar la toalla. Pero aunque quiera hacerlo, hay algo dentro de mí que me lo impide. Hay algo que hace que aunque intente pensar en otros chicos casi obligándome, se me salten las lágrimas al girar la vista y verte con otra chica. Y es que, no puedo evitarlo, mi amor es infinitamente más grande por ti que mi odio. De hecho, no te odio realmente. Sólo odio el hecho de amarte en silencio y que no te des cuenta. Y el hecho de que aunque lo supieses, todo seguiría igual.
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